domingo, 16 de mayo de 2010

Respuesta gráfica

Respuesta gráfica al último post de Arqvtre "Nombres que lo dicen todo"

Visto en C. Conde de Altea 14, Valencia. Sacado de Google Earth. Sin truco.


miércoles, 5 de mayo de 2010

Breve biografía

Hoy os traigo la biografía de Augusto Borch, prestigioso arquitecto del que no se ha hablado lo suficiente.

La vocación como arquitecto le vino de nacimiento a Augusto Borch. Vio la luz camino del hospital en un camión de hormigón blanco. Al parecer el propietario de la constructora era durante sus vacaciones chamán suplente en una tribu de Swazilandia y lo bendijo con el poder de la divina composición.

Estos acontecimientos atropellados marcaron la vida futura de Augusto Borch. Se dice que su Proyecto Final de Carrera estaba tan bien compuesto que el tribunal le hizo el pasillo triunfal a la salida, entre sollozos y olés.

Poco tardó Augusto en pasar a formar parte de ese mismo tribunal, cambiando radicalmente su método de trabajo, que había sido denunciado ante el Tribunal de Estrasburgo. Gracias a su poder, Augusto valoraba los proyectos de sus alumnos con sólo ver la planta de cubiertas y los planos de aire acondicionado, con tal rapidez y precisión que el número de licenciados en la provincia se multiplicó por cuatro en tres años y nunca recibió reclamación alguna. El resto del tribunal tenía así tiempo de dedicarse a sus otros quehaceres, como adorar a Satán y comer lince ibérico.

Pero el prestigio internacional le vino gracias a su obra construida. Algunos becarios comentan que en una mañana de trabajo podía resolver 7 proyectos de dificultad intermedia a escala 1:50. Desde la temprana mansión para Jesús Gil hasta su obra cumbre, el Hospital Mercantil Policultural Deportivo Residencial, pasaron muchas obras y premios.

Se cuenta que este último proyecto estuvo componiéndolo una mañana entera, compón que te compone. Al final, estaba tan bien compuesto que los constructores, incapaces de estar a la altura de tan perfecta obra lo torturaron para que la descompusiera un poco, con tan mala fortuna que una de las uñas que le arrancaron era donde residía el poder de Augusto.

Finalmente la obra se construyó, como homenaje, según el diseño original, necesitándose la asistencia de constructores de barco holandeses, relojeros suizos e ingenieros suicidas japoneses.

Desde entonces Augusto, atormentado por no poder componer como los dioses, se retiró en un convento de clausura, donde tienen guardada la uña en una urna junto a una maqueta del Hospital Mercantil Policultural Deportivo Residencial y que se ha convertido en centro de peregrinación para los arquitectos errantes en busca de inspiración compositiva.